Alaba, alma mía, al Señor!

Alaba, alma mía, al Señor;
alabe todo mi ser su santo nombre.

No te olvides nunca de agradecer

Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. (Salmo 103:1-2)


alabe todo mi ser su santo nombre.
Alaba, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
(Salmo 103:1-2)

¿Imagínate cómo sería despertar y ver que solo tienes aquello por lo cual diste gracias el día anterior? Son muchas las bendiciones que recibimos cada día. ¡Jesús es bueno! Despierta tu corazón para que le agradezca por todas las cosas buenas que él te concede. A veces nos olvidamos con tantos quehaceres a lo largo del día. Por eso, detente un poco, considera todo, ejercita tu mente y da gracias a Dios con todo lo que hay en ti.


Chad Hodkiewicz

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