Escapada a Xàtiva: la Historia a pie de calle!

Un castillo, una Colegiata y varias iglesias, un hospital digno de reyes y el cuadro de un rey condenado a ver el mundo del revés.

Al llegar a Xàtiva uno mira hacia arriba, porque el castillo impone y la estampa impacta. Luego los ojos van bajando por la montaña hasta perderse entre el barullo de callejuelas del casco antiguo para llegar, con calma, al corazón de la ciudad: la plaza de la Seo, con el Hospital Real enfrente.

 
 
Xàtiva Valencia
Diseminadas a izquierda y derecha aparecen las iglesias de Sant Domènec, de Sant Francesc, o la Plaza de la Trinitat; se coja por donde se quiera, todas las callejuelas irán a parar a la Alameda, arteria principal y emplazamiento de la Fira. Ya después, los campos de naranjos por un lado y los de secano por otro le sirven de contexto. Pero vayamos por partes; eso sí: de arriba a abajo.

El Castillo, como un eje cronológico, marca tres momentos clave para la historia de la ciudad y además la distribución del espacio facilita la clasificación temporal. Porque al Castillo se accede tras pasar la Porta Ferrissa, donde empieza la Plaza de Armas, y el Castillo Menor mira al norte mientras que el Castillo Mayor mira al sur. 

 

Del uno al otro, tres culturas dejaron su particular huella: cartagineses, árabes y cristianos. También de abajo arriba es un monumento interesante, porque las mazmorras alojaron perdedores ilustres como el Conde de Urgell, y sus almenas protegieron el sitio en la Guerra de las Germanías. Lo dicho: historia hasta por dentro de las costuras.

Colegiata Basílica de Santa María La Seu Xàtiva
Colegiata Basílica de Santa María, La Seu, Xàtiva. Comunitat Valenciana
 

LO MUNDANO Y LO DIVINO EN LA MISMA PLAZA. Y A CUÁL MEJOR

 

Dentro hay más, porque si bien la virgen es obra de Mariano Benlliure, el altar lo es de Ventura Rodríguez a base de mármol rosa de las canteras de los alrededores. Un gusto para la vista y un bálsamo para el alma. Adentro, también, se guardan interesantes piezas para el oficio –como custodias, orfebrería, tablas o lienzos góticos– en el museo de la Colegiata.

La de la Seo es una plaza donde miden fuerzas dos colosos de la arquitectura local, porque frente a la Colegiata se alza el Hospital Real; otro icono (este pagano) setabense. El hospital –fundado en 1244 por el rey Jaume I– resalta por su evidente belleza, pero sobre todo interesa admirar en su fachada las probaturas, los ensayos de un estilo renacentista todavía incipiente. En la puerta de entrada a la capilla, una serie de ángeles con instrumentos advierten de lo evidente: tanta belleza es música celestial.

CON PAN Y VINO SE ANDA EL CAMINO

Y ahora un alto para el avituallamiento, que tanto trote en nuestra escapada a Xàtiva bien vale un descansito. Y la Plaça del Mercat, adoquinada y siempre llena, acoge con regocijo al viajante entre fachadas de colores y terrazas siempre animadas. Puro bullicio y diversión, la plaza le marca el pulso al ambiente y tanto vale para pedir unas raciones y apretarse una rica cena, como para sentarse y dar palique y tragos al cóctel. 

Y de allí a la calle Montcada, que tanto en una dirección como en la otra (de verdad que da igual) esconde un tesoro; algo así como un magnífico palíndromo de la belleza, porque si en una punta se encuentra la Plaça de la Trinitat, en la otra se ubica la Iglesia de Sant Francesc. Así que sí, ya se ve que no era palabrería

Fuente Real de los Veinticinco Caños Xàtiva
Fuente Real de los Veinticinco Caños, Xàtiva.Xátiva Turismo

En mitad de la plaça se alza una fuente gótica con un gorgoteo grácil, sencillo, frente al empaque de su alrededor: palacios y un convento, el de la Trinitat, fundado en el siglo XIII. Por el otro lado está la Iglesia de Sant Francesc, de una finura cisterciense, elegante en su estructura y proporción; además, morada eterna de las familias ilustres (léase: los Borja). 

De medianera entre vasos comunicantes, la calle Montcada fue el emplazamiento favorito de la aristocracia para alzar palacios y casonas nobles, por lo que es fácil perderse en el recuento de enormes portales blasonados con escudos de armas en el paseo de una punta a la otra. A la que se ponga atención en los detalles, se advierte en una esquina de la iglesia el monumento als maulets, que como dice la canción “la historia ya es pasada; polvo y tierra la taparon…” Pero sigue ardiendo la brasa por quien mandó quemar la ciudad.

Un par de calles separan la Plaza de Sant Francesc de la Plaza de Santa Tecla, donde se encuentran los museos de l’Almodí y el de Bellas Artes. El primero –una antigua lonja de trigo– documenta los capítulos más antiguos de la historia: vestigios iberos, romanos, árabes, cristianos…
Felipe V boca abajo de Josep Amorós símbolo de Xàtiva
Felipe V boca abajo, de Josep Amorós, símbolo de Xàtiva.Turisme La Costera

Mientras, el segundo alberga una tirada completa de grabados de Goya y obra de José de Ribera –el “españoleto”–, y con orgullo exhibe el estandarte de la ciudad: el lienzo boca abajo de Felipe V. El primer Borbón en España mandó quemar la ciudad y el destierro de sus habitantes tras vencer en la batalla de Almansa durante la Guerra de Sucesión. En pago por la fechoría, así lo exhiben.

 

LA MEJOR ÉPOCA PARA UNA ESCAPADA A XÀTIVA

La ciudad es perfecta se visite cuando se visite, pero con la llegada del buen tiempo se disparan in crescendo los actos, las festividades y los eventos: empiezan con las fallas (diecinueve comisiones, ergo diecinueve monumentos que arderán la noche del diecinueve de marzo), después las procesiones de Semana Santa entre hermandades, cofradías y una ristra infinita de músicos que envuelven con solemnidad el fervor; en la medida en la que llega el calor llega también el Corpus, con gigantes, niños, la magrana típica, la Moma y los personajes bíblicos al son de la dolçaina y el tabal

Y cuando parece que no cabe más –de calor y de fiesta– estalla de alegría el termómetro con la llegada de la Fira. El quince de agosto, con un plato de sardinas, huevo frito y pimiento, y sandía de postre (regado al gusto) se da por inaugurada la feria de ganado más antigua de la Comunidad Valenciana –de 1250, y por privilegio del rey Jaume I; hoy es una fiesta en bucle para todos los gustos: atracciones, puestos típicos y tradicionales, conciertos … y, por supuesto, exhibiciones de tiro y arrastre. 

Un último apunte antes de despedirnos: es imprescindible y no se puede abandonar la visita sin catar la gastronomía local. Nadie conoce del todo Xàtiva hasta que no descubre cómo sabe la almoixàvena, el arnadí o el barrejat. Eso ya mejor disfrutarlo que contarlo.


Kayleigh Tremblay

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