El desierto chileno de Atacama es posiblemente una de las regiones más especiales del mundo. De entrada, rompe con muchos de los estereotipos que todo desierto debería cumplir: tiene enormes lagunas cargadas de sal, en él se pueden encontrar algunas especies de flamencos y, en ocasiones muy excepcionales, exhibe una impresionante floración que tiñe toda la arena de una intensa variedad cromática que regala imágenes espectaculares. Ocupando una superficie de 105 000 km², esta árida extensión de tierra se reparte de norte a sur siguiendo la línea de la costa de la parte más septentrional de Chile. Visitarlo supone entrar en un mundo donde tan pronto se camina rodeado por un panorama lunar como por un territorio marciano, y todo ello en un universo donde los datos que lo definen son un claro reflejo de las extremas condiciones que caracterizan Atacama.