•  El Reino de Dios tiene gobernantes, súbditos y leyes, así como la comisión de hacer que la voluntad de Dios se cumpla en el cielo y en la Tierra (Mateo 6:10; Revelación [Apocalipsis] 5:10).

  •  El Reino de Dios gobernará a todos “los pueblos, grupos nacionales y lenguajes” de la Tierra (Daniel 7:13, 14). No es un gobierno elegido por el pueblo; Dios es quien lo ha nombrado y le ha dado autoridad para dirigir a la humanidad (Salmo 2:4-6; Isaías 9:7).

  •  Jesús les dijo a sus apóstoles fieles que ellos estarían con él en el Reino de los cielos. ¿Para qué? Él mismo declaró: “Para que [...] se sienten sobre tronos”, es decir, para que fueran reyes junto con él (Lucas 22:28, 30).

  •  El Reino de Dios acabará con sus enemigos (Salmo 2:1, 2, 8, 9; 110:1, 2; 1 Corintios 15:25, 26).

 Así pues, la Biblia no enseña que el Reino de los cielos gobierne a través de nuestro corazón. En ese sentido, el Reino de Dios no es algo que se lleve en el corazón. Lo que sí enseña la Biblia es que las “buenas nuevas del reino” o “la palabra del reino” pueden y deben influir en nuestro corazón (Mateo 13:19; 24:14).